Poco despues de dejar el futbol, una tragedia asoló su hogar y perdió a un hijo, de corta edad tras ir a pedirle un día y otro al Gran Poder por la vida de su hijo y al morir su ser querido, acudió enfurecido a San Lorenzo para decirle:
¡¡ Que sepas que no vengo más a verte. Si me quieres ver, vas a tener Tú que ir a mi casa... !!
Transcurrido un tiempo fue el traslado del Gran Poder hasta un barrio alejado, en la Misión General de Sevilla, cuando entrada la noche de golpe se abrieron los cielos y se puso a llover si tenía que llover, cuando los hermanos que llevaban la imagen del Señor en parihuelas buscaron refugio en un portalón que cerrado vieron y a cuyas puertas llamaron. Quien vivía en aquella casa era precisamente aquel hombre que antes se había enfadado con el Señor por la muerte de su hijo. Bajó al oír la llamada y las voces, abrió la puerta y se encontró con que el Señor se había presentado en su casa. Aquel amigo con quien se enfadó y a quien retó en la visita.
A mi la historía me parece sobrecogedora.
A mí también Jorge, a mí también...
ResponderEliminarOle Jorge que bonito cuentas las cosas, preciosa historia si señor.
ResponderEliminarEl futbolista era Juan Araujo, según escribió Antonio Burgos a su muerte.
ResponderEliminarPost Scriptum Muerte del otro, claro está.
Juan Araujo, tomo nota!!!
ResponderEliminarGracias y un abrazo Jose Ramón. (y un saludo a su vecina jajajaja)