
Esta semana tuve la suerte de estar presente en una fase fundamental en el entrenamiento de un torero. Alberto Lamelas mataba un toro en el campo, y allí estuvo LaCasadelArte.

Como sabemos Alberto Lamelas es un matador de toros de Jaen, que gozó de cierto nombre en el escalafón de novilleros, presentandose en plazas como Madrid, Sevilla, Ceret, Algemesí... en el escalafón de matadores aún está por ver...

En esta ocasión tuvo enfrente un toro que presentó complicaciones; media, miraba, embestia por dentro... fue un toro muy bruto. De Lamelas destacó la variedad. Se echó el capote a la espalda, lo recibió con la muleta en los medios con un cambiado por la espalda...

Pero lo cierto es que a la hora de llevar a cabo la santisima trinidad (parar, templar y mandar) no fue capaz. Queda por pensar que en la plaza tal vez hubiera sido de otra manera. ¿por que? pues porque el toro era para apostar, era para quedarse muy quieto, y era posible que en alguna oleada hiciera presa, y claro, en el campo no tiene gracia que un toro le pegue a uno una paliza.

Especulaciones aparte, el animal estuvo por encima de un torero que no llegó a estar agusto, viendose desbordado por las bastas embestidas de un toro que acabo siendo dueño del anillo.

Me llamó la atención el tamaño de los trastos de Lamelas, muy pequeños. Mas puro por tanto lo que haga a los animales. Es sencillo, se reduce el engaño, se agranda la pureza.
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