
"Un caluroso día de abril, terminando la fería de Sevilla, se estaban lidiando toros de Miura. Uno de los toreros anunciados era Emilio Oliva padre. Al picar al toro anterior al que le pertenecía a Emilio, este cogió el capote y se fue al medio del ruedo dispuesto a hacerle un quite al Miura.
Llegó al centro del ruedo. Abrió su capote. Se enfrontiló con el toro y... ¡¡¡¡cogió el capote y se volvió al burladero!!!!!
Al llegar al callejón y quitarse la montera, la gente que estaba a su alrededor lo miraba esperando una explicación a tan extraño comportamiento. El torero, con el rostro aún palido se justificó diciendo: "es que he llegao, el toro ma´ mirao, y ma´ dicho, "Emilió, mi arma, ¿donde vas?" entonces le he pedio perdón, he cogio el capote, y me he venio, ¿vale?"
je je muy bueno no es pa menos je je
ResponderEliminarun abrazo:chipi
El mundo de los toros está repleto de anécdotas brillantes.
ResponderEliminarÉsta no es ni mucho menos una excepción.
Más de éstas, señor Ponce.
ResponderEliminarPost Scritpum Más de éstas.
Genial hasta la sepultura, igualico, igualico que su difunto agüelico.
ResponderEliminarfdo.: chopo