Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.
… Y cuando el caminante anda, avanza, y se da cuenta de que el presente es efímero y queda atrás. Siempre. Y además con el consuelo de que cuando llega al suelo, y pega toscamente con los huesos en la amarga espina del olvido, solo queda ir hacía arriba. ¿Pero cual es el camino a seguir? No es fácil seguir la senda cuando se halla uno perdido. ¿Hacía donde tomar el rumbo cuando la brújula del caminante se ha roto? ¿Y que, acaso, puede consolar al caminante que ha seguido durante años una senda que se difuminó luego en una intensa arboleda? ¿Vuelta sobre los pasos?
¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.
* * *
¡Ojos que a la luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!
¿Marco yo mi camino? ¿Será el azar? Me niego a creerlo. El azar no marca nuestra vida, solo puedo aceptar que la complementa. Lo que obtenemos es fruto del esfuerzo, pero ¿todo? ¿Y como explicamos el devenir de cosas inevitables? ¿Y como explicamos lo que ocurre con aquello que más nos esforzamos en cuidar, y que sin esperarlo, un día desaparece? ¿La culpa es mía, tuya o del azar? ¿Cabe preguntarse si podría haberse cuidado de otro modo?, ¿o ahora solo queda afrontar estoicamente lo que, otra vez, este dichoso azar nos depara? ¿Merece acaso la pena preguntarse algo o somos pobres marionetas?
No es el frío, el hambre, ni la sed lo que perturba al caminante. El caminante sufre porque la brújula no señala el camino, no señala a ningún sitio, siquiera se donde perdí la brújula. Siquiera se donde te perdí. ¿Adonde vas ahora, caminante?
¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.
Dices que nada se pierde,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos,
y todo nos perderá.
Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.
… Y cuando el caminante anda, avanza, y se da cuenta de que el presente es efímero y queda atrás. Siempre. Y además con el consuelo de que cuando llega al suelo, y pega toscamente con los huesos en la amarga espina del olvido, solo queda ir hacía arriba. ¿Pero cual es el camino a seguir? No es fácil seguir la senda cuando se halla uno perdido. ¿Hacía donde tomar el rumbo cuando la brújula del caminante se ha roto? ¿Y que, acaso, puede consolar al caminante que ha seguido durante años una senda que se difuminó luego en una intensa arboleda? ¿Vuelta sobre los pasos?
¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.
* * *
¡Ojos que a la luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!
¿Marco yo mi camino? ¿Será el azar? Me niego a creerlo. El azar no marca nuestra vida, solo puedo aceptar que la complementa. Lo que obtenemos es fruto del esfuerzo, pero ¿todo? ¿Y como explicamos el devenir de cosas inevitables? ¿Y como explicamos lo que ocurre con aquello que más nos esforzamos en cuidar, y que sin esperarlo, un día desaparece? ¿La culpa es mía, tuya o del azar? ¿Cabe preguntarse si podría haberse cuidado de otro modo?, ¿o ahora solo queda afrontar estoicamente lo que, otra vez, este dichoso azar nos depara? ¿Merece acaso la pena preguntarse algo o somos pobres marionetas?
No es el frío, el hambre, ni la sed lo que perturba al caminante. El caminante sufre porque la brújula no señala el camino, no señala a ningún sitio, siquiera se donde perdí la brújula. Siquiera se donde te perdí. ¿Adonde vas ahora, caminante?
¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.
Dices que nada se pierde,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos,
y todo nos perderá.
Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Proverbios y Cantares.
A. Machado
2 responses to El caminante
Coño, qué reflexivo comienza usted la Navidad.
Post Scriptum Caminante, no sé si hay camino pero las pechás de andar que nos pegamos son menudas... xD
Aceptar todo lo que nos llegue es resignarse a la propia suerte.
Buscar aquello que creemos que nos hace feliz (no lo tenemos, no podemoss saberlo)es arriesgar perder nuestra realidad por una mínima probabilidad de éxito.
¿Entonces?
Hay está nuestra decisión: opto por encontrar la felicidad en la propia realidad, con una búsqueda de lo que hace feliz que no perturbe la felicidad en lo que rodea.
Ahora, nunca se puede aceptar la injusticia. Ni ser feliz en lo triste. Pero siempre hay en nuestra realidad motivos para reir y motivos para llorar. Seamos conscientes de todo e intentemos cambiar lo triste. Pero que ese camino no nos haga ir dejando las cosas alegres en la cuneta.
¿Hacia dónde? Aprende a disfrutar del camino, a encontrar sus momentos de luz; y la meta será lo de menos.
Al fin y al cabo, es más fácil cambiar nuestra percepción de las cosas que las cosas propiamente.
¿Somos libres?¿Existe la voluntad?¿Somos libres dueños puros de nuestro acto o siempre hay algo que nos inclina al resultado? Ay, amigo... Hace unas semanas le decía a una amiga psicóloga que deseo un mundo determinista en las cosas y caótico en mí; pero que la Física se empeñaba en hacer caótica la realidad, mientras la Psicología se empeña en hacernos determinados. Justo al revés. ¡Manda narices con el conocimiento!
Sea cuál sea la VERDAD, me da igual... la perseguiré. Pero, SOBRE TODO, buscaré un rincón diario donde verme amanecer y encontrarme conmigo mismo. Con eso, no hay camino dibujado y ni determinismo emocional que permita sentirme VIVO.
Un abrazo. Compartir una reflexión profunda con un amigo es de esas tenues luces que ahogan cualquier nubarrón.
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