Pages

martes, 15 de febrero de 2011

Del óbito de la esperanza...

Es cosa de tiempo que el niño se haga mayor. Pero de la mano de la edad viene la madurez, que es mala gente, y vilmente asesina a la ilusión, a la ingenuidad, a la pureza del alma; y la esperanza, de pena, se marchita con ellas....
Un día el niño se sentó con la esperanza, y le prometió que siempre irían juntos. Le prometió que donde fuera el niño iría ella también. Se dieron la mano. Pero el tiempo, que es mala gente también, con insidiosas intenciones le dijo al niño que la esperanza se fué sin el, y el niñó anduvo, anduvo y anduvo hasta hacerse mayor, y a la esperanza ahora, nadie le lleva una flor que adorne la soledad de su túmulo.

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Luis Cernuda

No hay comentarios:

Publicar un comentario