El cuento del elefante y los cuernos...

Hoy amigos mios, os voy a contar un cuento.

Erase una vez, un hermoso camino, de carretera estrecha, repleta de encinas que llevaban a una hermosa villa, cuyo nombre es Cenicientos.

En Cenicientos estaban de fiesta, y alguien decidió celebrar una corrida de toros. Alrededor de la plaza todo era alegría y buenos deseos...

En el sorteo, al desembarcar la corrida alguien dijo: "esto es una corrida de Madrid", a lo que otro, más presto contestó en tono suficiente para que todos allí se regocijaran de su ocurrencia "no, no, esto es una corrida de Cenicientos". Los simpaticos salvajes no cabian en sí de gozo.

A la hora de la corrida, todo estaba dispuesto, y hasta las mujeres del pueblo lucian sus mejores galas (las de la foto no, eso son las mulillas).

Otro adelantado a su tiempo, tuvo una gran idea: "¿y si en lugar de toros, lidiamos elefantes con cuernos, que son mas grandes y nos divertiremos más?" y así se hizo, torear lo que es torear, ahora es imposible, pero nos divertimos tanto...

Todo ello entre un público por encima de todo respetuoso con el que se juega la vida (que se la juega de verdad), entendido, y sin dejar pasar un detalle de la lidia...

En todo este clima de algarabía y festividad vinieron a disfrutar del noble arte del toreo Jose Ignacio Ramos, que se encontró con un primer animal excesivamente gordo, lo que le provoco un trote cochinero en los primeros tercios de la lidia, y que se parara pronto. El diestro burgales no llamó la atención por nada en este toro.

Su segundo elefante en plaza de tercera, desarrolló más peligro, reponía pronto, y aunque dejaba al torero estar delante, un peligro sordo lo amenazaba a cada lance.

El diestro que cerraba plaza era Ivan Fandiño, la verdad es que tenía ganas de verlo, y me gustó. Me gustó lo poco que pude verlo, porque en el sexto los simpaticos salvajes estaban algo enfadados con nosotros, y preferimos salir un poco antes. De todos modos aprovechó las escasas arrancadas francas de su primero, y su segundo, aunque tenía calidad en la muleta estaba podrido (dicese del toro podrido al que apenas tiene fuerzas para mantenerse en pie)

Como los aficionados de la plaza de Cenicientos no se divertian, decidieron poner las cosas un poco más dificiles, ahora saltará a la plaza un elefante de casi 8 años. Le tocó a Torres Jerez.

Gracias al cielo, de presencia fue el más bonito de los seis, pero eso no importa si el instinto que tenía era de asesino. Ni una sola vez pasó en toda la tarde. Ni un pase.

Si se arrancaba, lo hacía con esta clase (que bien nos lo pasamos en Cenicientos)

El segundo de Torres Jerez fue un buen toro. Tuvo 15 o 20 arrancadas muy potables. Ojo, arrancadas que el diestro aprovechó dejando la muleta muerta en la cara y ligando tres series (dos por la derecha y una por la izquierda) de mérito, pero con un publico muy muy a la contra por cometer la osadia de meter al toro dos veces al caballo (aunque la primera vez derribara al barilarguero). El mal ambiente que desde el principio hubo, un par de remates que el diestro se quedó fuera de cacho y los simpaticos salvajes jalearon como si estuvieramos entrando a robar a sus casas, y una estocada baja que provocó derrame en el toro, provocaron una fuerte pitada al torero y una injusta vuelta al ruedo al toro.

Al final, unos mas contentos que otros todos se fueron a sus casas, algunos tardamos más y otros menos. Hoy tienen una nueva oportunidad para seguir exponiendo las "verdades del barquero", esperemos que tengan más suerte. Como se suele decir, a partír de aquí todos fueron felices y comieron perdices.